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Un estudio demuestra que la dieta de los buitres está modelada por su cultura

Un equipo científico del que forma parte nuestro compañero del IESA Zebensui Morales, y  compuesto también por investigadores de la Universidad de Granada, la Estación Biológica de Doñana, la Universidad de Alicante  y la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche ha descubierto que los buitres presentan patrones de alimentación distintos, según el lugar donde crían, con independencia de los recursos disponibles. Estas conclusiones indican que adquieren gustos distintos por transmisión cultural entre los individuos de una misma población. Hasta ahora, se creía que los buitres eran especies oportunistas que consumían cualquier tipo de carroña sin distinción. El equipo liderado por el investigador de la Universidad de Granada (UGR) Eneko Arrondo ha expuesto sus resultados en un artículo de la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences.

Como explican en el propio abstract del artículo, dado su alto grado de socialidad, los buitres son un modelo excelente para investigar cómo los comportamientos transmisibles interindividuales impulsan la variación dietética individual. En el estudio combinaron el seguimiento por GPS y acelerómetros con una exhaustiva campaña de trabajo de campo para identificar la dieta individual de 55 buitres leonados (Gyps fulvus) de dos poblaciones españolas que coinciden parcialmente en sus áreas de alimentación. Encontraron que los individuos de la población más humanizada consumían más recursos antrópicos (por ejemplo, ganado estabulado o basura), lo que resultaba en dietas más homogéneas. Por el contrario, los individuos de la población más silvestre consumían más ungulados silvestres, aumentando su variabilidad dietética. Entre sexos, se observó que los machos consumían más recursos antrópicos que las hembras. Curiosamente, en la zona de alimentación compartida, los buitres mantuvieron la preferencia dietética de su población original, lo que pone de relieve un fuerte componente cultural. En general, estos resultados amplían el papel de los rasgos culturales en la conformación de comportamientos clave y llaman a la necesidad de incluir rasgos culturales en los modelos de búsqueda óptima de alimento, especialmente en aquellas especies que dependen fuertemente de la información social mientras buscan alimento.

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